Estado de sitio
La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Ha hecho bien Cort al eliminar el nombre de los Duques de
Palma de la Rambla?
Sí. Cómo no. O, en definitiva, qué fácil resulta hacer leña
del árbol caído cuando ya no da buena sombra ni tampoco cobijo y no ofrece
espectaculares brotes verdes ni pingües congresos ni carísimos concilios. Porque
si ya lo borraron -al duque, que no es duque, sino sólo consorte y cabeza de
turco- de la página Web de la circunspecta Casa Real, cómo mantenerlo en el
callejero y ostentando, además, la honorífica propiedad compartida de una de
nuestras principales y emblemáticas calles. Qué va. Imposible. Inaudito.
Aberrante. O sea, que rápidos y sin dilación los operarios con el recambio de
las placas de mármol o piedra caliza, y mucho más rápidos, aún, los portavoces
y los ediles de los grupos políticos, de las asociaciones de la decencia plural
y hasta de género, las cofradías semánticas de la ética y la guillotina
lingüística nacionalista, del pastoril y crudo ecologismo y la partidocracia
sostenible, del libre o, quizá, libérrimo mercado, de la gaita y, en fin, del
temple. Todos a una. Las Ramblas ya son nuestras. Y ahora, qué.
Etiquetas: Artículos
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