LA TELARAÑA: La cuesta de enero

viernes, enero 15

La cuesta de enero


La Telaraña en El Mundo.

 De repente, uno mira con desaliento y no poca curiosidad el frágil calendario de los días y cae en la cuenta de que ya estamos transitando una nueva cuesta de enero, con sus rampas infernales y sus falsos descansillos, sus precarios miradores desangelados y fuliginosos, sus vistas incomparables al abismo, su rosario interminable de perlas, como curvas negras y redondas, como alfileres de hueso y carne, como voluminosas lágrimas, tal vez, de grueso metal líquido y ardiente.
 Quiero decir, en fin, que con la llegada del nuevo año (tan recién nacido que anda entre pucheros y pañales) aún no he sido capaz de hacerle balance alguno al año anterior ni de poner en orden la acostumbrada ristra de proyectos con la que comienza cada nuevo año. Incluso éste, que asoma remolón y díscolo, complejo y apasionante, capcioso, teatral y hasta enloquecido. Buen ejemplo de cómo intentamos progresar sin ni siquiera movernos o, peor aún, sin tener la más remota idea de hacia dónde queremos ir. O de hacia dónde nos llevan.
 Supongo que todo este desconcierto inicial mío tiene mucho que ver, por no hablar de los decretazos de Armengol según le va soplando Podemos, con haber sido testigo de las esperpénticas constituciones de los parlamentos de Cataluña y España. Todas estas parodias, sin embargo, durarán muy poco, porque no se puede gobernar un país desde la dictadura coral de los platós televisivos y las redes sociales. El año no empieza, pues, como debiera, con un tierno vagido, sino con un largo e insoportable chirrido.

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