Los hemos visto batirse en duelos televisivos a cuatro, a nueve, a tres y a dos
bandas. Hasta de uno en uno, contra las propias limitaciones y el abismal
desconocimiento de la realidad global o concreta en que vivimos. De hecho, los
hemos visto sobreactuar a todas horas hasta convertir esta campaña electoral en
la más superficial y fullera, quizá, de los últimos tiempos. Es lo que tiene mezclar la Navidad y las
elecciones, que las manoseadas cartas de los políticos acaban cayendo en el
mismo saco roto que las de Papá Noel o los Reyes Magos. Destinatario ausente o
desconocido. Destino ficticio o, peor aún, inalcanzable.
Con todo, la sensación es que, por razones de marketing y espectáculo,
los líderes nacionales han eclipsado por completo a los locales. Apenas sí he
visto en campaña a Isern o Socías, aunque del primero nos quede la
magnífica Palma, repleta de terrazas y animación en las calles, que nos legó como
alcalde y que aún sobrevive pese al actual desgobierno nacionalista. O de Hila. O de Jhardi. No sé muy bien ahora.
A quienes sí pillé, creo que en Canal 4, fue a Juan Pedro Yllanes y a Fernando Navarro, los cabezas de lista
de las llamadas formaciones emergentes, Podemos y Ciudadanos. En efecto, ambos
partidos políticos emergen del mismo lodo primigenio para escapar, eso nos
prometen, de la corrupción general. Me resultó curioso confrontar la verborrea
desinhibida del mediático juez con el estoico semblante y la aparente timidez
del candidato naranja. ¿El ruido frente a las nueces? Tal vez, sí.
Etiquetas: Artículos
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