LA TELARAÑA: Robocop y la libertad

viernes, diciembre 11

Robocop y la libertad


La Telaraña en El Mundo.
 
 Supongo que no era posible viajar a París sin acercarse al lugar o a los lugares de la tragedia. Así lo hice, huyendo del puente más largo en España, como si fuera un turista o una víctima más. Tal vez ambas cosas. En la plaza de la República se arremolinaba la gente y se multiplicaban las coronas de flores, las velas encendidas, las banderas desgarradas u orgullosas, los poemas rotos, las fotografías silenciosas y los interminables mensajes de dolor y esperanza a los pies mismos de Marianne, la rencarnación de la madre patria francesa, y las estatuas de la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad, en el epicentro simbólico, quizá, de los recientes atentados terroristas. Pero la plaza estaba tomada.
 En los alrededores, había decenas de furgones blindados y numerosas patrullas de policías rondaban la zona ataviados con unos espectaculares trajes de grueso metal oscuro, que casi parecían sacados, más que de la realidad, de la sastrería cinematográfica de la penúltima secuela de Robocop.
 Su aspecto, que acaso pretendía ser tranquilizador, me resultó terrorífico. Puede que nuestros conceptos de libertad y seguridad no acaben de ser compatibles. Aun así, París seguía siendo una fiesta. La gente ocupaba las terrazas de los bistrós mientras la policía seguía cumpliendo órdenes y el Frente Nacional de Marine Le Pen acababa de ganar la primera vuelta de las elecciones regionales de la república más civilizada sobre la tierra. La ciudad de la luz es la capital, también, de las sombras. Un crisol de contrastes.
 

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