LA TELARAÑA: La tormenta perfecta

martes, febrero 9

La tormenta perfecta


La Telaraña en El Mundo.
 

 Blanco y dorado o azul y negro. Así se veía, según quien mirara, el mismo vestido en el carnavalesco escaparate de las redes sociales de hace un año. Pero ese vestido y esa anécdota, en concreto, ya están olvidados. Otros juegos visuales han ocupado su trono. Otra sucesión de malentendidos. No importa, ahora, si la controversia actual trata sobre la mala baba de unos titiriteros en busca de un público inverosímil o si lo que se discute es el sabor de una ensalada de siglas políticas sin más obligación que alcanzar el gobierno sin perder del todo la propia personalidad. No es fácil ser, a la vez, flexible e irrompible como un junco.
 El tema es que la realidad prende en la retina de cada uno sin que veamos lo mismo. ¿Deberíamos verlo? No estoy seguro. Puede que incorporemos algunos filtros biológicos y culturales que nos diferencian, nos hacen únicos en lo accesorio y en lo esencial, que es ir de frente por la vida pese a los malos humos, la asfixia, la crisis que no acaba de remontar y que amenaza con empeorar y eternizarse.
 Por eso no me preocupa no entender absolutamente nada de la gente que ha salido de las cloacas reparadoras y justicieras del 15M y que ha tomado, por asalto democrático, el poder en las grandes ciudades. Incluso en Palma, aunque sea desde la sombra. Me da que son el fruto bíblico de una corrupción y decadencia absolutas. Me da que son la pesadilla, la tormenta perfecta de una razón colectiva que, poco a poco, va perdiendo su identidad y hasta su discurso. Y sin discurso no hay vida.

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