El rap de la cárcel
La Telaraña en El Mundo.
No es fácil, ni siquiera buscándolo en Google, saber qué
países son los mejores cuando se trata de fugarse de la justicia española. En
principio, Nueva Zelanda, Australia, Singapur, Afganistán, Corea del Norte,
Irak, Irán o Somalia no tienen, al parecer, tratado de extradición con España,
pero eso no garantiza absolutamente nada. El mundo es un lugar
administrativamente muy complejo donde acaba resultando que cada país y cada
administración tienen su propia manera de entender la corrupción; y según el
dinero o el poder que manejes u ostentes más posibilidades tienes de encontrar,
por así decirlo, el paraíso en la tierra más allá de los barrotes rígidos de
las cárceles, más allá de las horas muertas del tedio y la privación física de
libertad, más allá de la inmensa e incalificable cobardía de no dar la cara, de
no responsabilizarse, en fin, de lo que uno hace o deja de hacer, de no luchar
contra la quisquillosa letra de las leyes con el espíritu y el trasfondo, con
la propia interpretación vital de esas mismas leyes. O viceversa.
Parece, con todo, que ya no hace falta irse muy lejos para
estar a resguardo de las garras de la justicia española. Ahí tienen, por
ejemplo, a los miembros del formidable gobierno catalán en el exilio dando
tumbos, conferencias y performances de lo más variado en el corazón mismo de
Europa: en Bruselas, en Suiza y hasta, contra todo pronóstico, en Alemania, sin
que ningún juzgado de por allí, de momento, parezca tener intención alguna de
devolvérnoslos a España, si no por sus penas o sus pecados, por lo que sea, por
algo, por cualquier cosa. Algo habrán hecho. ¿No?
Mientras tanto, Valtonyc,
nuestro rapero más universal (y la verdad es que no veo forma de arrebatarle
ese prestigioso título) ha decidido sumarse, uno más, al carro de los que
corren y huyen cuando vienen mal dadas y la justicia llama firme y
ceremoniosamente, con el apremio solemne de la autoridad, a las puertas de sus
casas y sus vidas. Creo que anda por Bruselas presumiendo de ser independentista
y de izquierdas, según nos informa, generosamente, su Grupo de Apoyo. ¡Es la
hostia, esta gente tiene hasta grupos de apoyo! En fin. Pelillos a la mar. No
soy juez ni policía ni tampoco fiscal o abogado. Sé que vivir es buscarse la
vida y que una temporada en la cárcel ofrece muy pocos alicientes: la compañía
no suele ser muy grata y tanto el alojamiento como el sustento (aunque
gratuitos, lo que no es moco de pavo en estos días de interminable crisis) son manifiestamente
mejorables. Vivir es buscarse la vida, ya lo dije. Y no sé si un rap desde
Bruselas sonará igual de auténtico que desde la cárcel. Vivir es buscarse la
vida, lo repito. Nada, pues, que tenga que ver con injuriar, insultar o
amenazar gravemente la vida de los demás.
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