LA TELARAÑA: Antítesis del paraíso

lunes, diciembre 27

Antítesis del paraíso

La Telaraña en El Mundo.


Aunque a algunos les escueza, la realidad es tan enorme y compleja como, quizá, inabarcable. Sus múltiples matices -digamos que infinitos, porque nuestra contabilidad y memoria se diluyen más allá de unas pocas o muchas cifras y paisajes- se nos escapan de rondón, inadvertidos, con la misma facilidad con que el agua se nos derrama de entre las manos y nos acaba dejando, tan sólo, una humedad más o menos refrescante y balsámica, un pálpito, una fugaz huella impresa que dura lo que intentamos retenerla y poco más. No mucho. Al final, siempre acabamos con las manos vacías. Y no sé, siquiera, si limpias.

Es por eso que, entre otras cosas, tanto el reduccionismo local de los siempre airados, y bien subvencionados, defensores a ultranza del monolingüismo -ahora, esa lengua única es una, grande y, sobre todo, catalana- como el de los resignados y escépticos -qué remedio- partidarios del bilingüismo constitucional, nos acaba empobreciendo a todos. A mí el primero.

Preferiría poner este paisaje sobre la hoja y describirlo, primero, como lo que es, un pesebre fatuo y ridículo, un corral provinciano y vulgar, un burdel malamente iluminado en una carretera terciaria, una astracanada de mal gusto o un atentado contra la lógica y el sentido común, por ejemplo, y luego -ahora- romper el papel y dejarles a solas, pero en buena compañía, con el rumor sinfónico e inverosímil de cualquier otra música.

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