Sinfonía de símbolos
La Telaraña en El Mundo.
Nadie me
responderá si descuelgo su estridente llamada. Por eso -pero también para no
entablar conversación con la lenta voz metálica de una máquina o dejarme
atropellar por el vértigo de algún teleoperador inasequible al desaliento- dejo
que suene el teléfono, a diario, algo así como media docena de veces. Hago como
si no estuviera en casa. O la casa estuviera vacía y la sinfonía entrecortada
del teléfono sonara para un patio de butacas y anfiteatros desiertos. La
imagen, enigmática, me reconforta, aunque desconozco la causa. A qué negarlo.
Pero esas
llamadas zombis me recuerdan que el mundo, a veces, parece existir como por
inercia y repetición, con la misma insistencia, quizá, que predicaba Cela para con el arte de escribir y la
tozudez de la crítica, y que su hijo ha sabido seguir, al menos, en sus pleitos
con Marina Castaño. Me alegra,
aunque sin saber por qué, su aparente éxito.
Hay otras muchas
cosas que no entiendo y que, no obstante, me resultan gratas o, en cierto modo,
agradablemente indiferentes. Que la gente le pite a la Banca, por ejemplo. Que
se sucedan las caceroladas contra los recortes y lenguas que sean. O que se
libere «Sa Foneta», tapiándola. Todo ese universo simbólico me recuerda que
está sonando el teléfono y que no pienso, por supuesto, descolgarlo.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home