el séptimo día
Casi para despedir el año, muy en especial, el mío propio, os dejo un fragmento de mi poemario Tratado de las cosas sin nombre (Calima, 2009):
Hoy es el séptimo día aunque no nos lo
parezca.
—Lo
dijo Píndaro:
Ojalá
llegues a ser
el
que eres.
Esta es la hora difícil de la demora, del
baile
en los alrededores, en la escarcha rota
del primer vientre, en su desgarro,
en el deseo clandestino, en su barniz
de ámbar aletargado como un fósil.
Es la hora del recuento en las alforjas
del vacío inventario del vacío. La fiebre
que me venció en París o la melancolía
de las aves cruzando Hyde Park. [Aquí los nombres
son
sólo parte del paisaje y de los estados de ánimo,
un lugar transitorio como la soledad perenne] El sexo
más
allá del hastío en Valencia. Las miradas de amor
naufragando
en los muelles de Barcelona. El refugio
ficticio
en Palma y el hábito de hurgar en las grietas
cómplices
de Babel: el error subterráneo de las religiones
y
las ciencias. [Intento reescribir un
torso,
un hogar penetrado de metáforas
y una piel que fue tuya, pero sólo
consigo evocar
su abismo] Esto es la muerte y la vida. Aquí
nada
empieza ni acaba, todo se refleja ovillado
en
círculos concéntricos, la postura
fetal de un hombre que ha perdido no sabe
qué
ni
dónde o en los murmullos del ser. Pero si somos algo,
somos
el cazador que busca refugio en la noche
y
enciende las linternas y cree que las sombras,
como
así acabará sucediendo, le clavarán sus colmillos
y le recordarán su nombre de piedra, de
sangre, de fuego,
de sílabas flotando en los pasillos del
aire.
Etiquetas: Creación, Literatura
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