La respuesta al debate de los sábados en
El Mundo: ¿
Cree que la situación económica mejorará en 2013 en Baleares?
No. Pese a nuestra providencial soledad geográfica en mitad
de ninguna parte (o en el centro de todas, según se mire o se quiera ver: pura
y simple especulación, si no delirio) no estamos, por supuesto, tan lejos ni
tan aislados del resto del mundo como para llegar a creer, precisamente, que el
paraíso de los brotes verdes vaya a cuajar aquí antes que en cualquier otra
parte. Ya no existe -no, al menos, en el desolador paisaje actual de nuestra
rácana consciencia individual y colectiva- ningún monte desierto en los
aledaños de la ciudad de Betsaida. Tampoco hay ningún vergel de matorrales
hambrientos y arenas cálidas en las orillas infernales del lago Tiberíades. Y
no parece que a estas alturas de la fiesta (tan decadente, que simula la orgía
póstuma de un funeral) nadie pueda convencernos de que el verdadero Pan
desciende del Cielo y viene, además, de Dios.
Obviémoslo, pues, porque ya cambió el signo de los tiempos y
es muy posible, de hecho, que nunca fuera así por mucho que las instituciones
del viejo Estado protector -siempre contando con la impagable ayuda profesional
de los sindicatos- nos sigan, pese a todo, intentando revender nuestro derecho
ancestral a un Bienestar que ya no sé si merecemos. ¡Y además qué puede
importar eso, si ya llevamos varias generaciones pagando esa cobarde, falsa y
hasta extenuante hipoteca!
Basta, sin embargo, mirar alrededor para presentir, adentro
-y más que como un rumor, como una lluvia de alfileres-, el paisaje calcinado
de la crisis, la economía doméstica bajo los mínimos de la tijera afilada del
terror, el dinero ahuecando el ala por entre las revueltas inverosímiles de las
agencias calificadoras, la sombra turbadora de los desahucios revoloteando como
un sarpullido de nubes muy negras, la política convertida en el remedo cruel de
una economía arrasada -un pillaje, una emboscada, una aparatosa y pueril guerra
de guerrillas- donde la salida común (que la propia, ni se sabe) es el calvario
lento, pero firme y decidido, hacia los multitudinarios calabozos del
recogimiento o, en su defecto, de la imputación. Visto lo que hay y, sobre
todo, lo que se prevé, me da que puedo ir pensando en el 2013 como en un
magnífico año sabático.
Etiquetas: Artículos
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