Los trenes podrían llevarte, un día gris y quizá plúmbeo,
hasta los aledaños calcinados de Auschwitz, por ejemplo, pero eso sólo podrás
verificarlo cuando ya sea demasiado tarde y te encuentres, al fin, atrapado en
algún callejón sin salida. También podrían permitirte atravesar fronteras,
tundras gélidas, desiertos y hasta el corazón pétreo de las montañas; en esos
túneles dejarás buena parte de tus sueños, pero los recuperarás luego al salir
a la luz y al aire libre. O eso piensas.
Los trenes podrían llevarte, incluso, hasta ti mismo, pero
para ese viaje tan largo deberías conducirlos en persona, recrear la topografía
del paisaje y hasta dibujarle las venas. Es decir, las vías que, como bien
sabes, no existen o no sirven, salvo si te las inventas. Puede que ya estés en
ello.
Pero también es posible que los trenes quieran ir de Manacor
a Artà (o Alcudia); y no puedan. O deseen recorrer, de forma fluida y
ecológica, Palma, Marratxí e Inca; y tampoco. Quizá en la materia del óxido de
hierro aparcado en el cementerio de Son Rullán se oculte el extravío y el
despilfarro infinito del Pacte de Govern y el conseller nacionalista Biel Vicens. Un agujero negro de unos
120 millones. No es de extrañar que ahora no puedas ni moverte.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home