La respuesta al debate de los sábados en
El Mundo: Este mes llegarán los primeros residuos para quemar en Son Reus. ¿
Está de acuerdo con la medida tomada?
Sí. Esto de los dos nuevos (y altos) hornos incineradores de
Tirme, cuya construcción (o deconstrucción) autorizó Francina Armengol en un instante de furor y éxtasis al margen de
los informes jurídicos del secretario del Consell Insular de Mallorca, está
trayendo, de momento, más cola apocalíptica que infumables humaredas. O más
acritud y dispersión que fuego real. O más ríos de tinta, presta a diluirse
como agüilla o rocío matinal, que negro hollín y basura reconvertida en no se
sabe qué otro tipo de desecho, al fin útil, reparador, manejable y hasta
productivo.
Algo así, pues, como el milagro de los panes y los peces en
versión postnuclear e interactiva. La prueba de que los caminos tortuosos del
reciclaje son inescrutables y además, si te descuidas, pueden arrasar con todo:
igual con los delirios ecologistas y su paraíso perdido, ese vergel con
manzanas y serpientes, que con las propuestas de los tecnócratas y su alianza
neoliberal con el fuego destructor y purificador. O eso dicen.
Pero las toneladas de escombros que se nos avecinan tienen
una denominación de origen que me resulta muy sugerente y familiar. Sabadell y
alrededores. Buen lugar donde perderse, porque ahí me perdí (y encontré) yo
durante un par de años del siglo pasado y podría contarles auténticas
maravillas de las ciudades dormitorios y de los polígonos industriales en mitad
del vacío que llegué a conocer, casi, como la palma de mi mano. ¿Habré de
acudir a la quiromancia para convencerles? No debiera ser preciso, porque ni la
piedra pómez más absorbente podría haber borrado de las yemas de mis dedos (ni
de mis palabras sobre el teclado) el penetrante olor del caucho, la
contabilidad y los rescoldos del amor imposible en las oficinas transmutadas en
naves de uralita y niebla. Puedo garantizarles que no hay mejor paisaje (ni
basura) que la galaxia reconcentrada en un magnífico puñado de recuerdos.
Créanme. O no.
Etiquetas: Artículos
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