LA TELARAÑA: El horror de la bisagra

sábado, marzo 16

El horror de la bisagra


La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que Mallorca necesita un partido político como Proposta per les Illes (PI)?
 
 No. Mallorca puede necesitar y necesita, de hecho, muchas cosas, pero no, desde luego, un nuevo partido político y, menos aún, si el recién llegado no pasa de ser una refundación especular de la siniestra Unió Mallorquina, un híbrido que se atavía ahora con los trajes folclóricos del regionalismo más rancio para ir dando rienda suelta, según convenga, a las aspiraciones nacionalistas o a las liturgias neoconservadoras. La sospechosa reedición de la oxidada bisagra que tantos años lleva ya chirriando en (casi) todos nuestros gobiernos locales, de un signo o del otro.
 «Proposta per les Illes», por lo tanto, no propone nada que no sepamos o que no podamos prever con suma facilidad. Basta fijarse en la profana trinidad de sus presuntos líderes como para echarse a temblar. O a reír. O a lo que sea, porque el catálogo no tiene ningún desperdicio. Un político -bastante aséptico, por cierto- que logró sobrevivir a Munar, como Josep Melià, un afiliado confeso de la OCB (esa necrópolis subvencionada del sectarismo), que fue, además, conseller con el Partido Popular, como Jaume Font, y un diputado raso que ha conseguido atrincherarse en un escaño, que ya no debiera ser suyo, hasta convertirlo en el mejor paliativo contra el desahucio político, Antoni Pastor. El cóctel lleva, pues, de todo y acaso sólo falte agitarlo, que no removerlo, para que acabe cuajando. O explotando entre nosotros, que es casi lo mismo. Pura vigilia del delirio. Exhibición de marketing, repetido y replicante.
 O sea, nada nuevo bajo el sol. Ya dije, en su momento, que existe una franja estrecha entre los dos grandes partidos y que colarse en esa tierra de nadie permite jugar a los peajes y las contraprestaciones. Hoy contigo. Hoy contra ti. Y suma y sigue, para que el poder compartido siga chirriando gracias a las matemáticas y a la deficiente estructura de un sistema electoral cerrado, donde ya quisiéramos listas abiertas y gente con ideas propias; y no está panda de advenedizos. O de lo que sean.

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