Con Miquel Barceló
me tomé una copa en la barra de un pub, que ya no existe, hace siglos. No podía,
entonces, imaginar que esa copa le iba a sentar tan mal (o tan bien, porque las
cosas son según las sentimos) ni que, con el paso del cáliz de tiempo, los
viajes, los marchantes y los políticos que le contrataron, como Matas o Zapatero, él se iba a convertir en una celebridad (ni yo, como
Mallorca, en un voraz agujero negro: sorpresas te da la vida, ay, dios).
Con todo, la música y, en especial, su estruendo, siguen
siendo iguales para ambos. Yo tecleo estas líneas, entre otras muchas, mientras
él cubre de barro y especias una capilla de la Seo o embadurna el cielo raso de
la Sixtina, o similar, de las Naciones Unidas. Un simulacro sobre otro y poco
más. En su caso como en el mío, por supuesto.
Pero la última de Miquel es un video realizado por el GOB y
el cineasta Agustí Torres, bajo el
lema: "¿Visitas Mallorca? Nuestro gobierno la agrede. Ayúdanos a
protegerla". Me parece perfecto que los recios germanos de la ITB de
Berlín, que ya conocen la «Bierstrasse» del Arenal, se adentren en la mística
de la basura reciclada, la Ley de Costas, Sa Ràpita o la Marina de Magaluf,
entre otros albañales. De esta, nos invadirán. Seguro.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home