LA TELARAÑA: Presente continuo

martes, junio 18

Presente continuo

La Telaraña en El Mundo.
  
 Si hay una forma verbal que pretenda imitar el ritmo de la realidad, sin restarle un ápice de su retórica, es el presente continuo. Reparé en ello al escucharle decir a Cristóbal Montoro que “estamos saliendo de la crisis”, que es como un estar sin estar, un sinvivir viviendo (en tránsito y, también, en trance místico) hasta que nuestros caminos diverjan. O cesen. O se conviertan en otra cosa.
 
 No resulta fácil, pues, describir un eterno presente continuo, un sarpullido de hechos que intentan esquivarnos, sin éxito. Tomo nota. El absurdo e interminable juicio de José Bretón. El rondó exquisito de la Roja. O un email de la Plataforma por la Lengua informándome de 40 casos graves de discriminación lingüística en la Administración. ¡Qué grotesca tanta realidad en almoneda!
 
 Escribo el nombre de cuatro lugares al azar. Madrid, Atenas, Nueva York, Tokio. Y aún dos y dos más: Palma, Valencia, Facebook, Twitter. Estoy en todos ellos y me asomo al mundo desde el balcón de un desaliento, que no voy a hacer mío ni por un instante. Faltaría más. Creo que cada mañana, al levantarse, uno planea su viaje interior sin preocuparle que las nubes revoltosas del polvo se lo enmarañen y revuelvan hasta convertirlo en una quimera o un imposible. En un viaje sin más destino que las propias ruinas que ya fuimos, con algún que otro añadido de peso: la oblicua identidad de la tribu, su temor ancestral y su mezquina memoria colectiva. Puede que esta hambre de ruinas no se sostenga por sí sola, pero hay que ver cómo nos sostiene. Y cuánto.

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