El cajón de sastre
La Telaraña en El Mundo.
De vez en cuando sucede algo inesperado, sorprendente, quizá
inaudito, y nos acordamos, entonces, de la vieja teoría de las catástrofes o de
la acomodaticia Ley de Murphy. Es evidente que cualquier simplificación nos
vale, porque la verdad es que no somos capaces de aprehenderlo todo, en
absoluto: el mundo parece concitar y poner en juego demasiadas variables y no
menos incógnitas ante las que nuestro entendimiento tan sólo es capaz de
proveernos, y no siempre, de frases más o menos ingeniosas y volátiles, de
tuits con mayor o menor retranca, de exabruptos, en fin, con los que disimilar
la impotencia y levantar y distraer, si ello fuera posible, el ánimo maltrecho,
el malhumor, la preocupación, el estupor íntimo de no entender casi nada. Igual
es que no hay mucho que entender.
Debe ser cierto, convenimos, que Dios, la historia, la
humanidad entera, el tiempo, el espacio y todas las dimensiones que pueda haber
entre nosotros, nosotros mismos, todos a la vez y todos, también, por separado,
cumplimos, cumplen, con la misión cósmica de escribir recto con renglones
absoluta y exageradamente torcidos. Desde luego, el jeroglífico final es
fascinante y nos permite estrujarnos el cerebro y asistir a la extraordinaria
ceremonia de la confusión que es la vida de cada día, el éxodo, al parecer
definitivo, de la inteligencia hacia no se sabe dónde.
Etiquetas: Artículos
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