Camino de Santiago
Así, más que confirmada, bendecida, nuestra antigua obsesión
por las paradojas y los círculos viciosos, así, de la forma más natural que
pudiéramos, tal vez, haber imaginado, el círculo de la existencia se acaba
cerrando y, al cerrarse, se reconcentra y ensimisma. ¿Quién sabe lo que nos
espera después, cuando un fulgor o un destello, una explosión inimaginable en
alguna parte del universo nos renueve y nos despierte reconvertidos, al fin, en
nosotros mismos? Nadie lo sabe. Yo tampoco.
Hace años pensé seriamente en recorrer el Camino de Santiago.
Incluso anduve durante semanas haciendo prácticas de senderismo por algunos
pueblos de la isla, buscando albergues donde sólo encontré, al fin y a la
postre, pequeños hoteles rústicos con piscina simulada y wifi de pago, buscando
abismos donde sólo hallé acantilados escarpados y playas de arena finísima
donde dormir el sueño de saberse tan cerca del árbol del paraíso como de los
bosques talados de una civilización a la deriva. Leí varios libros sobre el
tema, entre los que cabe citar «Camino iniciático», del escritor vasco,
afincado en Mallorca, Joaquín Lloréns,
y en no pocas ocasiones dejé vagar mi imaginación en pos de los restos del
apóstol Santiago, las disputas religiosas de antaño y de ahora, las turbas de
peregrinos y también de emigrantes a través de la llamada, no sin cierto
sentido, calle mayor de Europa. Tal vez todo concluya en Finisterre.
Pero mientras tanto estoy, ahora, en Santiago de Compostela.
Hace sol y no llueve, por extraño que parezca. Las calles están relativamente
repletas de peregrinos y turistas; los unos parecen cansados, los otros
absortos. Yo he llegado en avión, por lo que debo ser un turista. ¿Lo soy? ¿No
lo soy? He llegado en avión, porque ya
se me pasó el tiempo de pensar en recorrer más de veinte kilómetros diarios desde
Sant Jean Pie de Port, por ejemplo, hasta mí mismo. He llegado en avión, porque
la procesión va por dentro y un hilillo de sangre nos recorre muy lentamente la
espalda sin que podamos apreciar el lugar exacto de la herida, su origen,
nuestro auténtico desenlace.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home