De broncas y cenizas
La Telaraña en El Mundo.
La realidad es como una esponja, tarda en secarse, pero siempre nos devuelve algo, si la estrujamos lo suficiente. Sucede, pues, que siempre nos pringa y no sólo de agua, sino de mil sustancias distintas, porque el jugo de las cosas es una mezcla de todas las cosas -una mezcla, no su síntesis- y algunos padecemos alergia a ocuparnos de muchas cosas a la vez y preferimos centrarnos en un único asunto y luego en otro y evitar, así, que nos sepulte un alud de realidades, opiniones o quimeras a medio hacer.
O quizá deshechas.
No hay nada peor que conformarse con esos despojos o yacer en el limo
resbaladizo de los náufragos (de los que abroncan a Bauzá, por ejemplo, allende estas islas) cuando lo que ansiamos, de
hecho, es un naufragio de lo más completito. Uno sin paliativos. Total. Incluso
perfecto, si hay suerte.
Acudo a mi
escritorio y me encuentro -juntas, no revueltas- las noticias del fallecimiento
de Ray Bradbury y la concesión del
Príncipe de Asturias a Philip Roth.
Cojo un ejemplar de «Fahrenheit 451» y otro de «La Humillación», sin saber cuál
se merece, en este instante, mi relectura. En esa duda arden un fuego y una
miríada de sombras. Contemplar esa hoguera es leer ambos libros y saberse, también,
parte de sus cenizas.
Etiquetas: Artículos
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