LA TELARAÑA: La dimisión imprescindible

sábado, junio 23

La dimisión imprescindible

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que la consellera de sanidad, Carmen Castro, debe dimitir?

 Sí. Puede que la vida de cada uno, en esa red global que somos, sea como una especie de infernal partida de póker que nunca se detiene aunque, a veces, alguien se nos levante y nos deje una silla vacía en la mesa de la existencia. No hay mayor problema, claro, porque la soledad es siempre fugaz y otra persona ocupa, diligentemente, ese lugar vacío y así podemos seguir repartiendo cartas con la única certeza de que somos nuestra propia Banca y que, ay, la Banca debe ganar siempre. No hay otra. Nos va la vida en ello.
 Habilidades aparte, lo único que debemos exigirnos es presencia, atención y empatía. No podemos desaparecer así como así, ni dejar desguarnecidas nuestras pertenencias. No podemos rendirnos antes de tiempo, porque la partida se pierde sólo una vez, pero para siempre. Qué menos, pues, que estar ahí día y noche, entre los naipes, las batas blancas y el tapete verde, entre las infinitas negociaciones alrededor de la realidad y sus paisajes, en el lugar donde se cruzan todas las palabras y la página en blanco tiembla y al renglón de un verso sindicalista le sigue el verso desahuciado del escepticismo. O la pasión. O el ingenio. Tanto da, porque todos los versos son el mismo verso en ese poema de todos, en esa partida que sólo finaliza si la abandonamos.
 Parece, pues, que a la consellera de Sanidad y presidenta del IB-Salut, Carmen Castro, se le olvidó que su papel mediador con los sindicatos médicos era de vital importancia para la legión de enfermos que somos los que andamos, de vez en cuando, enfermos. Todos. Y en esa mesa metafórica de la vida, la silla de Castro ha quedado vacía y los facultativos se han quedado sin nadie que reparta las cartas. Mal asunto. Ya que no está, debería haber dejado la carta definitiva de su dimisión sobre el frágil imaginario de un problema que hay que resolver cuanto antes. Aunque ya será sin ella.


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