La narcolepsia general
No. A veces hay
que pervertir los cauces trillados de la lógica, para no dejarse llevar por el
engaño de los sofismas y por el efectista juego de billar de los silogismos,
para escapar -en la incierta medida de lo posible- de la perezosa inercia del
pensamiento adormecido. Tanta somnolencia -esa narcolepsia nuestra de cada día-
es letal y frívola y, quizá, hasta inconsciente, pero es por ella que así va,
en definitiva, el mundo, o que así no va, y que pensar correctamente no es
fácil, porque demasiados tópicos nos enredan y muchos prejuicios nos mutilan y
el exceso de hojarasca nos encierra en bosques que nunca debiéramos haber
visitado. Ni como pirómanos confesos.
Lo primero es
echar un vistazo a nuestra precaria democracia y constatar que los partidos
políticos -además de los sindicatos y de otras muchas otras organizaciones, las
financieras y las metalingüísticas, por ejemplo- no hacen sino socavar el
alegre espíritu democrático en el que ya no vivimos. No hay democracia donde
sólo hay uso y abuso del dinero público y de las subvenciones, ni donde las
listas electorales son bloques marmóreos y cerrados, votos adjudicados a unas
siglas que luego se convierten, siempre, en campos de concentración de voluntades
cautivas, en empresas de colocación, en nauseabundas pirámides de un poder que
cada vez se aleja más de las bases -esos cimientos náufragos- y se aloja en las
cúspides. ¡Cómo ciega ese destello de un amanecer que no llega nunca!
Se entenderá,
pues, que, aunque el cuerpo me pida defenestrar, con urgencia, a Antoni Pastor al infierno de los
tránsfugas, no lo haga y que lo deje flotar ahí, en el limbo de los
inadaptados, sin exigirle más que sea fiel a sus principios. Si los tiene y si
no es el despecho lo que le mueve a buscar allende el Partido Popular los
cargos y prebendas que cree merecer. Pero no soy quién para juzgar sus
intenciones más secretas. Por eso lo absuelvo. Y me sonrío, después, claro.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home