LA TELARAÑA: De balcón en balcón

lunes, agosto 20

De balcón en balcón


La Telaraña en El Mundo.

Desde Ícaro, la gente sigue queriendo volar sin conseguirlo, salvo si embarca en una especie de lata de sardinas con alas -«low cost», por supuesto- o si salta, como poseído, de balcón en balcón hasta el lógico estrépito de un aterrizaje brutal sobre el cemento armado de la otra vida. O del más allá.
 Uno puede comprender ese desvelo por ser como pájaros, siquiera en los malditos sueños de la insatisfacción sin asumir, pero no, desde luego, cuando uno celebra sus vacaciones anuales en un hotel de cualquier zona turística de las Islas y cree hallarse, en fin, por encima del bien y del mal, por sobre la gravedad y las limitaciones de la materia. En la caída libre de quien desdeña que el vacío es, por definición, un lugar vacío. De ahí al hospital o a la necrópolis hay sólo un paso.
 Pero siguen sucediéndose, como si nada, los ebrios abordajes del vértigo, sin que las diversas campañas publicitarias e informativas parezcan surtir efecto alguno. Quizá sea que la gente que nos visita -algunos de ellos- tiene tantos problemas y tanta necesidad de ahogarlos, que ni el alcohol o el éxtasis -aquí el remedio siempre es el veneno- les son suficientes y sólo les queda la solución drástica del «balconing». Vale que la vida sea un juego -y también un sueño- pero uno debiera preferir despertar entre sus sábanas que bajo una fría lápida.

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