Nada, ni la
indignación más justa, puede legitimar la ocupación del Congreso de Diputados
de un país democrático. Nada, salvo que se quiera emular a Antonio Tejero y su esperpéntico golpe de Febrero de hace ya más de
treinta años. Hay que ver cómo pasa el tiempo y cómo regresan los peores
instintos y la sociedad, en vez de avanzar, sigue a empujones hacia no se sabe
dónde. Quizá sólo demos vueltas alrededor de nosotros y nuestro ombligo, por
esos parajes tan gastados y conocidos a base de repetirlos e idealizarlos. De
errarle la brújula al sentido crítico.
Pero eso, ocupar
el Congreso, es lo que pretenden varios grupos con nombres como «La Marea
Destituyente» y similares. La fecha es el 25 de Septiembre, aunque en Mallorca,
«Cimera Social», con la OCB y los sindicatos al frente, pensaba hacerlo diez
días antes. Está claro que somos la avanzadilla de la madre de todos los
desembarcos. O algo así.
Internet, sin
duda, nos ha traído un sinfín de cosas útiles y hasta imprescindibles, pero no
deja de moverse según los parámetros de la vida misma, exagerándolos. En la Red
siempre triunfa la cantidad y no la calidad. La algarabía y no la reflexión.
Siempre ese viejo eufemismo de la Igualdad, que es la Uniformidad. Me da
pánico.
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