A veces me río solo, pero casi nadie sabe por qué. Me basta
leer o, aún mejor, recordar un par de noticias cualquiera, para que el rostro
se me transfigure y mude su seriedad habitual por una involuntaria, aunque
frágil y pudorosa, carcajada. Es lo que tiene observar el absurdo alrededor y
sentirlo, a la vez, tan ajeno y externo, como familiar y próximo. Quizá íntimo.
Vamos, que la vida podrá ser muchas cosas lamentables, pero también es divertida.
Y un rato largo.
El problema radica en que el humor -cuando no parodia el
engaño de los monólogos televisivos en busca de la complicidad perdida- siempre
conlleva un regusto amargo a conflicto en las entrañas, a desilusión cierta por
lo que pudo haber sido y no fue, a oportunidad que se dejó de aprovechar sin
que sepamos siquiera cómo. Aquí, igual que en Costix, por ejemplo.
Hay un grupo de ideólogos del esperpento al mando. Se reúnen
los ediles del PSM-Entesa y del CxI -los herederos de Munar en su feudo- y concluyen un pleno municipal con la solemne
reivindicación del «derecho a decidir» de Baleares. Se me acaba el espacio,
pero no la risa. Ni la amargura. En efecto. Pero tienen razón. Deberíamos poder
decidir qué coño hacemos con ellos; y hacerlo. En Costix, igual que aquí.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home