Cuando hace unos cuarenta años de casi todo lo que creímos
básico, esencial y decisivo en nuestra vida, va David Bowie y reaparece, una década después, con una nueva canción
en video. La escucho y remiro (distorsionado y envejecido, él, y también yo:
ambos) como quien mira muy atrás y recuerda haberse perdido en alguna odisea
espacial, al igual que entre el humo, la música y la niebla negra de Berlín.
Aquí mismo, aquí al lado, a sólo unos cuarenta años. Ya lo dije.
Pero el viaje, la ficción de atravesar un muro
infranqueable, es instantáneo. La ida y la vuelta convergen o se superponen; y
el tránsito es sólo un salto en ese círculo que llamamos existencial, porque
nos gusta pensar que hemos existido de la misma forma que existimos. O
existiremos. Qué miedo nos da el vacío.
Con todo, la fiesta prosigue. «Lo que enseñan en los
colegios es mentira» leo en un pasquín colocado donde las escaleras suben hasta
la Plaza Mayor. Lo firman «Los edukadores» y no, no pienso corregirles. No por
que tengan razón, que hay toda una realidad tras esa liturgia docente, sino
porque gracias a esa letra k -tan áspera y romántica- recupero la atmósfera de
los viejos tiempos; y me pregunto, con Bowie: ¿Dónde estamos ahora? Pues no
tengo ni idea.
Etiquetas: Artículos, Literatura, Videos
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