Así nace, se reproduce y hasta se eterniza la realidad de
parte. «¿Mal día para dejar de fumar?» me apuntan. «En efecto», respondo. Pero
a lo que iba. El sindicato STEI le pregunta al Departamento de Filología de la
UIB sobre la situación (?) del catalán y éste, solícito, le confirma lo que se
desea demostrar. «El catalán no está normalizado», mantienen los de Huguet contradiciendo a los expertos
del Consell Consultiu; y todo ese revuelo de desencuentros no hace sino
dibujarnos como una comunidad varada -si no sumergida- en el desierto del
analfabetismo mental, ese páramo monolingüe, bilingüe y hasta trilingüe, en
breve. Babel arrasada.
Hasta entonces, al menos, deberíamos correr a los templos (de
la justicia como de la fe) a proclamar nuestra culpabilidad y ver, en fin, qué
podemos sacarle al montón de basura que esconde nuestro magnífico y sincero
arrepentimiento. O así.
Eso están haciendo, qué menos, los hombres de UM sin más
maletines, al fin, que los de sus abogados: Vicens, Sanahuja y Flaquer en el banquillo de la primera
fila y Munar y Nadal, los auténticos capitanes del equipo, detrás, pero seguro que
tomando nota. Ojo. Mejor no se los miren fijamente, si no quieren empezar a
sentir, adentro, las náuseas de tanta impostura, afuera, de tanta verdad y
mentira trituradas, de tanto mercadeo al peso de penas y vigilias, de tanta
corrupción como nos gobernó y nos seguirá gobernando a poco que nos despistemos
y queden siglas libres para endilgarnos alguna que otra chirriante bisagra.
Habrá que estar atentos.
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