LA TELARAÑA: Abstracto y figurado

martes, octubre 29

Abstracto y figurado


La Telaraña en El Mundo.
 
 «Cuanto más horrible es el mundo, más abstractos nos volvemos», dijo Paul Klee en vísperas de la Gran Guerra. O sea, hace unos cien años. Un siglo. Dos o tres generaciones compartiendo el aire enrarecido de la misma estampida: la lenta o rápida, pero seguro que intempestiva, descomposición de la humanidad, el fin de los afectos, la debacle del ser que se mira en el espejo de los demás y acaba por no reconocerse.
 Sucede luego (y luego es ya ahora) que los supervivientes que fuimos, somos y queremos seguir siendo, aunque cada día más próximos a la precariedad y al desaliento, vamos armando también nuestras propias listas de bajas, nuestra peculiar reunión anónima de víctimas que, al caer, nos recuerdan que unos y otros, simplemente, nos precedemos en la ingrata tarea de cumplir con las leyes de la naturaleza y que el camino sólo puede ser ese, porque no hay otro. El domingo murió Lou Reed y sigo escuchando «Perfect Day» sabiendo que hace un rato largo que ha anochecido y que estoy en la UCI de los incurables en plena crisis de ansiedad. O algo así.
 Pero todo pasa y queda, no todo, sino una parte, una esquirla, algún vestigio que nunca se descompone del todo. Será la dignidad. La de las víctimas y también la de los supervivientes que aún somos, por supuesto, aunque yo no piense en montar ningún lobby de damnificados por el simple transcurrir del desahucio de los años y el derribo lento o rápido, pero seguro que intempestivo, de la salud o la mala suerte, de la ética o la Ley y de sus incomprensibles resultantes.
 

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