«Els tentacles de les
tenebres». O un gobierno contra la escuela. Los cómics que la Asamblea de
Docentes, al parecer, endosa a los alumnos (que aún siguen siendo, por cierto,
nuestros hijos) llevan títulos así de crípticos y llamativos, delirantes. Con José Ramón Bauzá y Jorge Campos en la diana de las viñetas del odio. El imperio del
mal, la opresión. O el lugar perverso de las cavernas. La noche cerrada donde
los lobos aúllan como vampiros ávidos de sangre; y el viento silba, gruñe y se
retuerce, quizá, por entre sus afilados colmillos. Cómo no.
Es una pena, sin embargo, que el inagotable cómic de la
realidad no vaya un poco más allá del maniqueísmo de rigor y que la imaginación
de los docentes (de la facción nacionalista que usurpa, fraudulentamente, su
representación) no sea capaz de traspasar el umbral de la inmersión
lingüística, el catalán como terapia de shock, la escisión de la identidad entre
las dos lenguas que, a fin de cuentas, nos han convertido en lo que somos.
Pero no voy a ir mucho más lejos. Escribo en pleno Jueves
Santo. Huele a cera y un lento paso fantasmal recorre Palma con su insomne
ejército de tambores. No sé si esa música solemne responde a la fe o a la
tradición, a la voluntad o al azar que nos coloca, sin que sepamos por qué, en
un lugar y no en otro. No me queda sino observar el paisaje, desde el minúsculo
lado de la libertad en que vivo, y dejar que la vista se me nuble de túnicas y
capirotes igual que de camisetas verdes y estandartes ajenos. Allá cada cual
con su propia penitencia.
Etiquetas: Artículos
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