Parece que no cesa ni decae, tampoco, la algarabía en los
tribunales y que, a cada rato, una nueva imputación viene a completar el
peregrino panorama de la corrupción o la política. Ahora le ha llegado el turno
a Isabel Oliver, ex consejera
insular de Economía y Turismo del PSIB cuando el egregio gobierno del Pacte. Ya
saben: los rumbosos años de Antich, Armengol y la cúspide del social
nacionalismo (según el adulterado uso actual) vertiendo su torrentera de
subvenciones a modo de abono conceptual y derroche o trueque ideológico. Pura
empatía familiar de los sentidos, por supuesto.
Pero no se puede, desde luego, hablar tan sólo de Armengol
en estricto pasado. El PSIB anda de primarias con todo el aparato del partido
volcado allá donde más le empujen la inercia, la ficción o ambas: Armengol o Aina Calvo. El personalismo de unos y
otros intentando preservar su guarida.
Pero hay más. Tengo a la vista una fotografía a media página
(web) en la que Armengol posa junto al líder de la OCB, Jaume Mateu, sobre el enorme telón rojo de un cartel electoral
socialista. Ambos sonríen como si fueran los protagonistas de alguna
superproducción extranjera (y quizá lo sean) y a Armengol le brillan las ruidosas
botas de cuero, al menos, hasta las mismísimas rodillas. Habrá que ver si algún
juez decide que ya es hora de que la organización catalanista (y balear, según
su denominación de origen) justifique a dónde va, viene o cómo se multiplica la
gran cantidad de dinero público que se les atribuye; y no sé yo ni, quizá, casi
nadie.
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