Desayuno al alba
La Telaraña en El Mundo.
De repente, huele a quemado y el mundo parece que se pone en pie y se despereza. Se reconcentra (el mundo y nuestra percepción del mundo: nosotros mismos frente al extraño vértigo estadístico del bien o el mal, la moral o quizá la ética) en el lentísimo y minucioso catálogo del alba. Unas rebanadas de pan en una tostadora que parece funcionar a su aire. Las pieles retorcidas de algunas naranjas. El grumo dulce y avasallador de la mermelada. La mirada que va cuajando entre los barrotes de la realidad, en su ventana entreabierta, en su nebulosa idea de que unas pocas palabras debieran ser suficientes para calmarnos. O para saciarnos, incluso.
De repente, huele a quemado y el mundo parece que se pone en pie y se despereza. Se reconcentra (el mundo y nuestra percepción del mundo: nosotros mismos frente al extraño vértigo estadístico del bien o el mal, la moral o quizá la ética) en el lentísimo y minucioso catálogo del alba. Unas rebanadas de pan en una tostadora que parece funcionar a su aire. Las pieles retorcidas de algunas naranjas. El grumo dulce y avasallador de la mermelada. La mirada que va cuajando entre los barrotes de la realidad, en su ventana entreabierta, en su nebulosa idea de que unas pocas palabras debieran ser suficientes para calmarnos. O para saciarnos, incluso.
Etiquetas: Artículos, Literatura
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