LA TELARAÑA: El paisaje del Ébola

viernes, octubre 10

El paisaje del Ébola


La Telaraña en El Mundo.
 
 Pienso, ahora, en la inefable ministra de Sanidad del gobierno de España y en los dos venerables misioneros, enfermos del virus Ébola, que fueron transportados, graciosa e irresponsablemente, desde la selva o la sabana africana hasta el mismísimo corazón urbano de Madrid. Ambos fallecieron dejando un reguero de posibles contagios, un rumor creciente a pandemia luciendo entre la precariedad, las quejas y también el lógico terror del personal sanitario, la falta general de preparación, medios e instalaciones y los inocentes, pero quizá contagiosos, colmillos del perro Excalibur, finalmente sacrificado, pese a la ira (irracional) de los animalistas. Pobrecillos.
 Pienso, también, en el ridículo general de España (y muy en especial de la marca España) dando tumbos alrededor de las idas y venidas del virus letal, los trajes protectores que nadie sabe ponerse ni quitarse correctamente, el optimismo propagandista y suicida de las autoridades y el miedo en el rostro de quien se sabe conejillo de unas Indias desconocidas e imprevisibles. Tantos desastres juntos no hacen sino aclararnos el paisaje. Pinta mal.
 Parece, por lo tanto, que no es lo mismo bordear los límites, siempre difusos, pero obvios, del esperpento que ponerse a chapotear de lleno en él. Eso es, más o menos exactamente, el doloroso diagnóstico que cualquier lectura atenta de la realidad nos sugiere. Acabo de enterarme de que Son Espases se ofrece para analizar los casos sospechosos de Ébola. Tanto valor me abruma. De veras. No sé si echarme a reír o a llorar.

 

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