Bienvenido, Balti
No sé si Maria Antònia
Munar, mientras la desfachatez de sus cómplices la mantuvo como presidenta
del Parlament, se parecía o no a la Virgen María. Puede que sí, pero también
que no. Sin embargo, nadie duda que Baltasar
Picornell sí que se parece mucho, iconográficamente, a Jesucristo; basta
fijarse en su pelo largo, en su barba, a la vez frondosa y deshilachada,
incluso en su oficio proclamado, por no se sabe muy bien qué oscuros motivos,
de carpintero metálico. Ya puede ir pidiendo disculpas el siempre locuaz Alberto Jarabo, porque igual la política balear precisa más carpinteros y
menos directores de cine. ¿Alguien lo duda?
Pero a lo que iba. Dicen que la historia se repite y, aunque
desconfío de las cosas que se dicen sin matizar los mil detalles que las
conforman, es muy posible que sea así. Fue Jesucristo, tal vez, el más feroz de
los antisistema en aquellos tiempos en que Herodes se lavaba con demasiada
frecuencia las manos y el Imperio entero empezaba a desmoronarse: esos arrogantes
y decadentes romanos se durmieron pensando que el mundo era suyo y se
despertaron cuando los bárbaros ya habían arrasado con todo. Quizá la historia
se repita, con su haz poliédrico de matices aún por definir, y a nosotros nos
acabe pasando algo parecido. A lo peor ya nos ha pasado y no nos hemos dado ni
cuenta.
Etiquetas: Artículos
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