Creo que no vi ninguna bandera fuera de lugar y sitio en la
Cabalgata de los Reyes Magos. No vivimos en Vic, menos mal. Lástima que no pudiera
escuchar a la Coral Voices interpretando
Hallelujah de Leonard Cohen. Demasiadas aglomeraciones. Ruido. Demasiada gente
con y sin niños, con móviles centelleando como si fueran cámaras fotográficas. No
lo son, pero tanto da. Así es como captura el mundo la gente. Igual que nos
capturamos a nosotros mismos. Un autorretrato, un selfi tras otro. La gente. Está
claro que somos la solución, pero también el problema.
No es fácil, sin embargo, ser la gente, actuar como tal y sentirse
a gusto cuando algunos, con el tono condescendiente de una complicidad impostada,
se llenan la boca de conceptos más o menos tóxicos y actúan como si los
hubiéramos elegido para moldear la realidad a su antojo y perfilar nuestros deseos.
No es así. Nuestros deseos son sólo nuestros, aunque no sea fácil descifrarlos.
Ni siquiera hoy, Día de Reyes.
En efecto, no es fácil ser padres (como tampoco ser hijos) y
no saber si fue Papá Noel o si serán los Reyes Magos quienes nos hielen el
corazón con su farsa de cajas vacías y caramelos sin azúcar. Quizá los regalos
ya no importen, porque entre el Black
Friday, el Cyber Monday y las
rebajas de Steam tienes el PC atiborrado
de juegos y la casa repleta de los artilugios más sofisticados de Amazon: pulseras para medir el esfuerzo físico
que no haces, visores holográficos que no sabes utilizar, móviles inteligentísimos
que se convierten en otra cosa y graban cuanto sucede en su interior y afuera. ¡Lo
graban todo!
Ya podrán, pues, amenazarte desde la Comisión de Garantías Democráticas
del partido en que te apuntaste para que el mundo fuera mejor, ya podrán
amenazarte con que no hagas esto o aquello, con que desaparezcas unos meses y
esperes tu turno en la ruleta de las prebendas, ya podrán amenazarte que siempre
tendrás a mano la grabación del presunto chantaje y las coacciones, el día a
día sonámbulo y marcial del Partido, la prueba definitiva (efectuada con ese
móvil low cost que te trajo Santa
Claus, porque eres gente y laica y tus dioses son de carne y hueso) de lo fácil
que resulta que los gerifaltes de un partido acaben comportándose como jueces y
verdugos de un Tribunal Popular o una Inquisición antiguas; y la eternidad
entera se resuma, finalmente, en la impotencia con la que constatas que sólo
eres una víctima más de ese error ontológico que da en mutilar la realidad para
ajustarla, a la fuerza, a la horma del deseo. Que ese partido sea Podemos y que
Joan Canyelles acabe de dimitir no es
sólo una anécdota, por supuesto.
Etiquetas: Artículos
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