LA TELARAÑA: La libertad y la expresión

viernes, febrero 23

La libertad y la expresión


La Telaraña en El Mundo.



 De repente, a la libertad de expresión le salen forúnculos o se le agrieta la faz, le salen llagas absurdas y, en vez de sangre fresca, roja y cálida, parece que alguna sustancia corrosiva va esparciendo la decrepitud allá donde la ponemos a prueba; y es, entonces, cuando me quedo mirando la pared en blanco de la Galería Helga de Alvear, en ARCO, donde hace un rato colgaban los retratos pixelados de Santiago Sierra, esos sus discutibles presos políticos a modo de proclama y advertencia, provocación o tortura, y ahora no cuelga absolutamente nada, salvo el revuelo por su ausencia, la insoportable levedad de la censura: mejor quitar esto de aquí no vaya alguien a tomárselo en serio. La verdad es que no era para tanto.
 ¿Presos políticos en vez de políticos presos? ¿Por qué íbamos a tomarnos en serio el equívoco, el juego, la reivindicación fuera de contexto? Sabemos desde siempre que el arte conceptual es el refugio de los más inteligentes (o listos, según se mire), pero también de los más ineptos, de los que carecen de las habilidades técnicas o artísticas necesarias para ofrecer al mundo otra cosa que un panfleto, no importa si de papel o barro, de fotografía o pintura, al que aplaudir o rendir pleitesía es tan sólo una cuestión de mera afinidad ideológica. Muy poca cosa, poquísima.
 En efecto, no debería el artista (cualquier artista) preocuparse por si los demás están de acuerdo o no con sus ideas, sus desbarres, sus proposiciones honestas o deshonestas, su manera más o menos personal de plasmar algún aspecto de la escurridiza condición humana; pero así es el conceptualismo en nuestros días, en estos días sin ideas donde el maniqueísmo esparce sus dones por las redes sociales: y en ese albañal de todos no se nos incita a otra cosa que a danzar y escupir sobre las tumbas de los que no opinan como nosotros. Es obvio que así no vamos a ninguna parte. ¿Pero quién quiere, en realidad, ir a alguna parte?
 El rapero Valtonyc, otro que tal en las decrépitas listas de la libertad de expresión, tendrá que pasar, al parecer, cierto tiempo entre las rejas de una cárcel que no entiende, en absoluto, de ripios amenazantes y metáforas sin pulir. La verdad es que nadie debería entender los ripios y las metáforas mal armadas ni aguantar, tampoco, el horror destemplado de un ritmo diseñado para crispar los nervios de cualquiera. Pero las cosas no son así. Al parecer hay gentes que aprecian esos ripios y metáforas sin armar, gentes que bailan y escupen sobre las tumbas de los que no opinan como ellos, mientras Valtonyc conjura sus amenazas y yo me encojo de hombros, porque la cárcel es un lugar estrictamente jurídico y el buen gusto y la bonhomía son algo personal e intransferible. Como la libertad de expresión, por cierto.






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