LA TELARAÑA: Descenso a los infiernos

sábado, julio 28

Descenso a los infiernos

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que los diputados de Baleares que tienen otros sueldos deben renunciar a los 1.900 euros que cobran al mes?


 No. Siempre hay argumentos válidos o, al menos, llamativos, para llegar, sin pudor alguno, a cualquier conclusión, incluso a la más disparatada. Por ejemplo, ¿por qué iban ellos -los padres de nuestra anecdótica patria- a renunciar a su soberbio y florido sueldo si, como parece, aquí nadie renuncia voluntariamente a nada?
 A ver. Pensemos en los funcionarios. Les han quitado una paga, una de catorce, cuando un año tiene doce meses y aún les quedan trece pagas -vacaciones incluidas- y sólo basta echar un vistazo a las noticias para asumir que no lo llevan demasiado bien, que no lo aceptan en modo alguno, vamos, y que están dispuestos tanto a invadir Cort, lo hicieron anteayer, como a manifestarse a diario y cortar vías públicas y hasta presentarse -todos a una, como en Fuenteovejuna- al multitudinario encuentro que se está preparando alrededor del Congreso de los Diputados, allá en Madrid, para no sé qué día de Septiembre, y, en fin, que quizá no cobren, pero es obvio que no renuncian a ello y que hacen bien, claro que sí, aunque no creo que exista ninguna ley -que no sea la suave inercia del viento a favor, el fervor histórico del 18 de Julio, la empatía familiar de la Navidad o los pactos laborales con los sindicatos- que sostenga su ira. Pero yo comprendo su malestar. Aquí nadie renuncia a nada, ya lo dije.
 Pero descendamos a las mazmorras de la realidad. Se me podrá objetar, y no sin razón, que los diputados no son funcionarios y que tienen otros muchos privilegios, que su caso es un aparte y que, de hecho, cobran esos 1900 euros aunque tengan otros trabajos y sueldos. O sea, que ese dinero es sólo -iceberg, aparte- por asistir a los plenos y aplaudir o abuchearse, votar lo que les digan y hasta twitearnos, si procede, sus apoteósicas impresiones. Todo un suplicio, en efecto. Que no renuncien, pues. Pero que baje alguien de dónde sea y se los lleve a todos al infierno. Como mínimo.


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