LA TELARAÑA: Los panes y los peces

lunes, julio 2

Los panes y los peces

La Telaraña en El Mundo.

 El viernes anduve por la lonja de los pescadores. Se celebraba San Pedro y los barcos deambulaban engalanados. Al atardecer, sacaron a pasear una modestísima talla del santo y yo me quedé, durante un tiempo indefinido, contemplando el paisaje de los mástiles -como si las infinitas lanzas de Velázquez-, con la Catedral al fondo y el mar en la piel y la retina, en el alma de quien se sabe fuera de lugar, pero arropado. Todo un misterio.
 Luego las sardinas crepitaron al fuego y la gente sació su hambre o sus ganas de compartir cualquier cosa, lo que hubiera. Estos festejos apenas hacen ruido ni atraen a los políticos -no a vi ninguno-, pero sirven para comprobar que sólo con unos peces y algo de pan, vino o agua, se puede sobrevivir al desmayo y escapar de la asfixia de las redes que, tan a menudo, nos atrapan.
 Esos muelles de sudor, sal y piedra me recordaron la reunión de Bauzá con un intermediario holandés y sus planes millonarios. Vale que vivamos según la usura de un mercado que ignoramos cómo funciona. Que nos zarandee el azar o el capricho de unas agencias calificadoras que no nos han sido presentadas. Vale que toque remodelar los muelles de Palma. Pero que quien lo haga entienda qué tipo de fe sostiene los mástiles, los barcos y los cientos de familias que aún viven caminando (sic) sobre las aguas.

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