Pirómanos y políticos
La Telaraña en El Mundo.
Alguna que otra vez me he quedado observando el resplandor
del fuego en las chimeneas domésticas de mi infancia, sus reflejos rojos y
azules, su aburrida danza sin más música que el chispear áspero de la leña, ni
más sorpresa que el fulgor ingrávido de las pavesas. Pero también fui testigo,
con el estupor propio de la adolescencia, de cómo algún amigo se dedicaba a
prender pequeños arbustos con tan sólo unas cerillas en el bosque vecino. Parecía
gustarle. Me sonreía. Y yo, acojonado. Luego los años me confirmaron que hay
gente a la que le falta un hervor de joven y le sigue faltando de mayor. Pero
esa es otra historia.
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