La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Está a favor de la objeción de conciencia de los médicos para atender a los
inmigrantes irregulares o sin papeles?
Sí. Pero lo primero es echarle un vistazo al calendario y
darse cuenta -y maldecir o celebrar, según los gustos de cada uno- que hoy
empieza septiembre y hay que asumir que se acabaron los periodos de gracia y
que, en fin, el aumento del IVA, la presión extra de los nuevos recortes y toda
la parafernalia de eso que llaman la vuelta a la normalidad laboral y de los
mercados y demás bolsas especulativas, van a irrumpir de lleno en nuestras
vidas. Aquí estamos, pues, con la mejilla expuesta al aire y a la bronca, al
bofetón y hasta al beso. Pero no sé si nos caerán todas esas brevas o sólo
algunas.
Para empezar, hoy se les acaba a los sin papeles -curiosa forma esta de hacer distingos entre las
personas- el derecho a ser atendidos gratuitamente por los médicos y servicios
de la Sanidad Pública. Saquemos el bisturí y diseccionemos el cadáver. No hay
forma válida, ni tampoco justa, de mezclar los asuntos burocráticos, que son la
esencia misma del confuso devenir administrativo, con la ética propia de los
médicos y de su personal sanitario, con su juramento hipocrático y su personal
visión de ejercer una profesión que tiene tanto de sacerdocio como de servicio
público. El viejo chamán de la tribu ya no viste túnicas de colores ni prepara
brebajes sulfúricos al ritmo de los timbales; ahora viste bata blanca y
ausculta igual el cuerpo tembloroso del paciente que su historial médico. Nada
ni nadie puede prohibirle que siga ejerciendo su misión, su voluntad y, acaso, su
destino.
El único problema, claro, es que quien pone el templo ya no
es el respeto sagrado y unánime de la gente -de la tribu, en definitiva-, sino
la Administración, sus presupuestos, sueldos, dietas, sus listas de espera y su
más que regulada anarquía. ¿Quién paga, manda? Pues puede ser. Pero habrá muy
pocos médicos capaces de abandonar a sus pacientes más indocumentados, por
mucho que las ordenanzas lo digan. Ya lo verán.
Etiquetas: Artículos
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