Imagen y realidad
La Telaraña en El Mundo.
«Quien avisa no es traidor. Es la hora de conquistar un
modelo de sociedad justo y equitativo donde el poder resida en el pueblo. Por
eso, vemos como única solución ejercer la soberanía de cada pueblo», proclama
el manifiesto del Sindicat d’Estudiants dels Païssos Catalans (SEPC) de
Mallorca, llamando al paro estudiantil. Un tópico, un par de sinónimos y un
silogismo que deviene en sofisma. No hay más. O lo que hay es esto. Un
redundante rebuzno.
En la diana de la ira independentista están, cómo no, Bauzá y Bosch (que debe alucinar, porque vive a traspiés de los suyos, de
los contrarios y hasta de sí mismo). Y como munición, la de siempre. Una
educación en el marco exclusivo, en fondo y forma, de los países catalanes y un
sonoro batiburrillo de nacionalismo e ideología de izquierdas (¿?) reunidas al
alimón y al aluvión. Lo que chirría es la resultante. La parabólica bandera
dando la vuelta al Camp Nou, prietas las filas y única la voz. Ininteligible,
por supuesto.
Pero los símbolos son sólo símbolos y no hay que darles más
valor del que tienen. Poco o ninguno. Su confusión o su abuso no puede empeorar
la imagen de España, porque el problema de este país no es su imagen, sino su
deteriorada realidad. Esa sí que nos duele.
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