La respuesta al debate de los sábados en
El Mundo: ¿
Está de acuerdo que se elimine el 50% del sueldo a los funcionarios que no van
al trabajo alegando depresión?
No. Si se quiere rebajar el sueldo a los funcionarios que
cursen baja por enfermedad habría que ser mucho más estrictos y lógicos, porque
ninguna enfermedad es, por definición, despreciable. Ninguna es un puro capricho.
Ninguna es risible. Y poco importa su nombre y su gravedad estadística si es
cierta y demostrable y si un médico la certifica, si paraliza a su víctima y la
deja postrada en la cama o convertida en un llanto, dejación o apatía
inexplicables, en un pañuelo repleto de mucosidades, en un clamor de tos y
convulsiones. Si no se puede ir a trabajar, no se puede y punto. Pero igual con
la depresión, la gripe o los resfriados que con una operación a corazón abierto
y, tal vez, tullido para siempre.
No es de recibo, pues, que a la condena de una enfermedad
cualquiera se le sume otra condena de doble filo, porque aquí de lo que se
recela es de la honestidad del funcionario cuando se proclama triste,
compungido y sin ganas de nada; asqueado de sus infinitas horas muertas entre
papeles inútiles y ventanas tapiadas, el vaivén inmóvil de un trabajo que
apenas tiene nada que ver con la realidad y que, cuando sí lo tiene, tropieza
una y mil veces con la misma piedra, la pésima organización, la falta de
recursos, el lento viaje hacia ninguna parte. El no hacer nada, porque no se
tiene otra cosa que hacer que fichar al entrar y salir de la oficina y, entre
ambos actos mecánicos, el tedio, el abatimiento, la íntima certeza de que lo
que se hace se lo lleva el viento. La misma brisa infame que a unos le trae el
regalo envenenado de la tristeza y, a otros, la rémora agrietada de una gripe.
Esos días de baja y exilio, son días que se caen del
calendario laboral pero no de la vida. Faltaría más. Podríamos discutir si se
deben pagar al cien por cien del sueldo o a menos, pero sin hacer estúpidas
distinciones de grado. Más burocracia a la burocracia, no. Que ya sobra y el
vaso desborda.
Etiquetas: Artículos
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