Ya resulta, la basura, un engorro mefítico y tan personal e
intransferible, como para que, encima, se nos vengan puerta a puerta a
recogerla. Algo así creo haber leído que pretendía MÉS (es decir, los restos
infumables del PSM y sus virtuosos socios ecologistas) para una ciudad tal que
Palma, como si quisieran emular la épica de alguna remota aldea guipuzcoana y
fueran la reencarnación insular de Bildu o algo peor, quizás, y hubiera que pasarnos
por la tabla rasa de la educación única y hasta reciclable, aunque el reciclaje
se acabe convirtiendo siempre en otra cosa.
Tal vez, un sarpullido o el presagio y el rumor de una
infección. Una mirada de desaliento, alrededor y adentro. Un par de vacilantes
pasos entre la niebla espesa de la ignorancia y la certeza ineludible de que hay
demasiado residuo propenso a eternizarse. Demasiada contaminación no sé si de
origen o si de médula. De constitución sin enmienda. Demasiada mediocridad en
los altares repletos de incienso, decepción y ceniza: el vómito acostumbrado de
los representantes jerárquicos de la secta política de la exclusión y, muy en
especial, del engendro metalingüístico.
Pero hasta aquí llego. Por el calor y por las náuseas. Luego
va Twitter y abre sus fauces como si fuera una trampa y parece que lo es,
porque se le calientan las yemas de los dedos a un inútil con pedigrí de la
Marca España; y con unos cuantos caracteres tecleados desde la ira iguala el
rebuzno de unos cientos contra el himno de todos y nadie. No me quita el sueño
España, sino el insomnio.
Etiquetas: Artículos
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