La cárcel y el destino
La Telaraña en El Mundo.
He leído todas las crónicas sobre el memorable ingreso en prisión
de María Antonia Munar, sin
inmutarme. Me he mirado lo más adentro y taciturno y tranquilo que he podido; y
no he sentido nada. Pero nada. Nada de nada. Ni un mínimo atisbo de alegría o de
justicia poética (ese barbarismo que no sé qué significa). Ni un solo pálpito
de fe recuperada o de júbilo a contracorriente. Ni un solo instante de sabor
encendido en el paladar o en la yema temblorosa de los dedos con que escribo
estas líneas y no otras; y me descubro, con sorpresa, del todo ajeno a la
situación de los que dieron a parar con sus huesos tras esas rejas con que la
sociedad divide el bien y el mal, marcándoles los límites con el tatuaje imborrable
de la exclusión.
Etiquetas: Artículos
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