LA TELARAÑA: La cárcel y el destino

viernes, julio 26

La cárcel y el destino


La Telaraña en El Mundo.
 
 He leído todas las crónicas sobre el memorable ingreso en prisión de María Antonia Munar, sin inmutarme. Me he mirado lo más adentro y taciturno y tranquilo que he podido; y no he sentido nada. Pero nada. Nada de nada. Ni un mínimo atisbo de alegría o de justicia poética (ese barbarismo que no sé qué significa). Ni un solo pálpito de fe recuperada o de júbilo a contracorriente. Ni un solo instante de sabor encendido en el paladar o en la yema temblorosa de los dedos con que escribo estas líneas y no otras; y me descubro, con sorpresa, del todo ajeno a la situación de los que dieron a parar con sus huesos tras esas rejas con que la sociedad divide el bien y el mal, marcándoles los límites con el tatuaje imborrable de la exclusión.
 Pero ya era hora. Se avecinan días de gloria y glamur para la cárcel de Palma. Muy pronto podrá Munar, allí, reunirse a manteles con Nadal, Buils y Vicens. Podrá, incluso, llamar a Matas -cuya condena es un hecho, aunque le hayan aligerado, por ahora, la duración de las penas- y hasta celebrar, todos juntos y quién sabe si en su salsa, un auténtico consejo de ministros en la sombra. O a la sombra.
 Podrán, también, poner a prueba sus quimeras de infancia o de adolescencia. Podrán recordar ese póster junto al que durmieron tantas y tantas noches mucho más felices que estas. Y hasta rencontrarse con los temibles herederos de aquellos Ángeles del Infierno que casi todos tuvimos como santo y seña. «Easy Rider». O «Buscando mi destino».  Munar y los suyos ya lo han encontrado. Qué suerte.

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