LA TELARAÑA: «Carpe Diem»

viernes, mayo 30

«Carpe Diem»


La Telaraña en El Mundo.
 
 No sé si debería irme a Cataluña para, una vez allí, pararme, no sé si de forma definitiva o sólo mientras me cobije el futuro subsidio de desempleo que, según las previsiones nacionalistas, allí será mayor que aquí o que allí, ahora mismo. Pero igual me convendría no precipitarme y preguntar, antes, a ERC de allí y también de aquí. De Baleares.
 Con todo, no es fácil discurrir, al calor de las hogueras, sobre los paraísos restringidos del nacionalismo. En este instante, metido en el fragor gramatical de las ideas, ya no sé si estoy aquí o allí; el esquivo «aquí y ahora» nos sobrevuela, inalcanzable, pese a que intentamos aplicarle la vieja máxima latina: «Carpe Diem». Pero este paisaje que vemos (y del que escribimos como si estuviera quieto o existiera a pesar nuestro) es sólo una captura fundamentalmente dialéctica o retórica que se nos escapa, una y otra vez, de entre las manos o la retina; la anécdota fugitiva de un quimérico viaje hacia un territorio al que no hemos llegado ni llegaremos nunca. O eso parece.
 Es cierto. Amamos este viaje con locura y nos divierte descifrar sus coordenadas. Los paisajes del tiempo. Amamos el cambiante decorado que nos acoge cada día y cada noche. La fiesta en la que nos hemos colado, porque la entrada parece ser gratuita y hasta involuntaria, como la salida, y nos acaba gustando envejecer entre el bullicio de las generaciones sucediéndose sin poder evitar que la fiesta se nos quede siempre a medias. La fiesta de todos acaba siendo, primero, la de algunos y, luego, la de nadie.

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