LA TELARAÑA: Paisajes del horror

martes, julio 22

Paisajes del horror


La Telaraña en El Mundo.
 
 
 Unas cuantas fotografías de Javier Izquierdo me estropean el almuerzo y hasta es posible que algo más. Me duele, en efecto, la obscena sobredosis de realidad de las imágenes que, al fin juntas y revueltas en su exposición #passionformagalluf, no hacen sino recordarnos el perfil abigarrado y obtuso de algunos paisajes que, pese a todo, no pueden sernos absolutamente ajenos: el júbilo delirante y efímero en plena bacanal alcohólica por entre las trincheras encharcadas de Magaluf, el sexo autómata y desechable sobre su arena blanca y mordida, el escatológico corolario muscular de la vulgaridad. Quizá la zoología costumbrista. O la taxidermia física de la barbarie.
 Estas imágenes, sin embargo, no colman por completo mis ansias; ignoro si de realidad o ficción. ¿Cómo diferenciarlas? No parece del todo real recorrer los cielos diez kilómetros arriba, entre las nubes, y que un misil tierra aire venga a despertarte a una pesadilla de fuego y carros de combate, cadáveres y comisarios políticos. Me temo que no hay vena que aguante el ácido convulso y corrosivo de tanta realidad de golpe y por asalto.
 Algo similar, o tal vez peor, pasa también allá donde mi (buena) educación judeocristiana acaba palideciendo entre dos fuegos con la misma llama incandescente y el mismo ardor tullido. No es hora de tópicos o inventarios, sino de evidencias y soluciones. Y esto debiera valer para todo y todos. No se puede caer tan bajo y tener enemigos tan rastreros que no te dejen ser, siquiera, quien debieras ser y, por desgracia, ya no eres.

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