LA TELARAÑA: Cuestiones de agosto

martes, agosto 5

Cuestiones de agosto


La Telaraña en El Mundo.
 
 Nunca he llegado mucho más allá de andar barajando (poniendo y quitando) discos de vinilo sobre la aguja de la gente, más o menos ebria, en algún pub amigo y lejano en el tiempo. Calle Apuntadores, Atarazanas, Plaza Gomila y adyacentes. Algún lugar, pues, envuelto en la pesada bruma del tiempo y en el calor huérfano de tantos meses de agosto huyendo del sol y las playas, de los largos paseos al alba sobre la arena, las algas y el alquitrán, sobre las conchas, vacías de vida, pero repletas de alguna música remota. Quizá de metáforas o de mujeres que me escribían cartas, cuando aún se escribían cartas.
 Por desgracia, ya no se escriben cartas y el archivo íntimo de toda una vida se reduce a un desordenado arcón de papeles envejecidos y un puñado de bites en un único pen de unos pocos gigas de capacidad con una carpeta ramificada (por voluntad o azar) y un mar de archivos víctimas, en fin, del olvido o la apatía. A la intemperie tanto de cualquier virus informático como del más clamoroso de los naufragios. O el silencio.
 Quiero decir, claro, que sé muy poco, pese a los precedentes, de afamados disc-jockeys y de multitudes más o menos histéricas o exaltadas. Más aún, me temo que su histriónica psicodelia actual lleva los mismos lustros de retraso o distancia que mantengo conmigo mismo y con mi pasado. En todo ello, pienso, mientras me acomodo en la terraza de algunos bares de Palma y dejo que me rieguen como si fuera una planta en un frágil invernadero de cristal. Acaso un penúltimo palacio de invierno en pleno agosto.

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