LA TELARAÑA: El referéndum de los otros

viernes, agosto 1

El referéndum de los otros


La Telaraña en El Mundo.
 
  Habrá que ver quién puede convocar, finalmente, el referéndum del 9-N en Cataluña. Habrá que verlo, porque puede que no sean pocos los políticos nacionalistas que, a rebufo de la polvareda familiar (y Cataluña, como Baleares, es algo así como una familia) de Jordi Pujol, van a acabar dando vueltas alrededor de los juzgados y la vergüenza en los medios, la pena del telediario y la crispación en las redes sociales, la risa de los escépticos, el estupor de los que por ahí pasaban y siguen pasando. Aún no se precisa pasaporte para aterrizar donde fui feliz como en tantas otras partes; de forma intensa, pero intermitente.
 Habrá que ver, también, cómo se logra superar la crispación que irá cerniéndose sobre todos a medida que se acerque la fecha y no haya urnas ni colegios electorales legítimos más allá del perplejo limbo español, la tormenta europea y las amenazas universales de excomunión; más allá, asimismo, de una crisis que sigue dando sus coletazos de hambre y dolor, el estertor del que no piensa irse sin dejarnos su huella más profunda. Ese dolor (y ese desgarro) lo vamos a heredar nosotros. Todos nosotros.
 Pero no hay problema. Todo se hereda y se dilapida. Todo se pierde, igual que se gana, entre las raíces polvorientas de un árbol genético tan vital y confuso, como azaroso y cómplice. Da igual lo que voten o no: la asamblea de la vida es sólo un simulacro donde lo único que se reparten, de veras, son las diversas máscaras biológicas del poder, ese juego de rol donde los esclavos son siempre los otros. Cómo no.

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