El mando a distancia del televisor nos puede deparar
cualquier cosa. Así, días atrás me topé con una entrevista (grabada) al líder
de Podemos en Baleares, Alberto Jarabo,
en una de las tertulias de Canal 4. Sus opiniones, tan insustanciales como su
ingrávida sonrisa, tuvieron la virtud de rendirme al buen humor del
escepticismo. Por desgracia, este hombre no se entera de nada. Será que la
realidad es demasiado compleja como para abordarla sólo con consignas más o
menos bienintencionadas.
El caso es que era de noche y no tenía sueño. Sin embargo,
las claves dialécticas de Jarabo me aproximaron, raudas, a la somnolencia. Les
cuento algunas ovejas de su virtual rebaño. A falta de ideas propias,
asamblearismo y redes sociales. Un indisimulado afán de control de los medios
de comunicación privados. El corsé bien ceñido sobre los lomos escuálidos de la
educación, la sanidad o el fisco. Todo muy público en una gran nación de funcionarios.
El sector turístico bajo sospecha. Los sueldos (de los futbolistas, por
ejemplo) limitados. O una auténtica inflación demagógica. Pero sigo.
Una política suicida (en el actual Estado de Derecho)
respecto a las viviendas vacías de los ciudadanos y las entidades bancarias. Pobrecitos
los bancos. Todo para terminar con la propuesta de la retransmisión (streaming)
en directo de todas las negociaciones entre los partidos. De ahí a un ubicuo "Aló,
Presidente" en la mejor franja horaria de las televisiones (se entiende
que públicas, claro) va un solo paso. Fue entonces cuando me fui a la cama.
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