LA TELARAÑA: Las 50 sombras

viernes, febrero 20

Las 50 sombras


La Telaraña en El Mundo.
 
 Desde siempre, el erotismo ha estado llamando a las puertas de nuestra percepción, nos ha retorcido hasta el alma, nos ha acariciado la piel, como con látigos de fuego, con su brisa urgente y lasciva, nos ha convocado a las reuniones más selectas y salvajes, nos ha proporcionado, en fin, las primeras pruebas de vida, las más fiables: las que nunca se olvidan.
 Será por eso, tal vez, que aún recuerdo la excitación que me produjo la lectura, casi de niño, de algunos párrafos de la novela «Nana», una de las obras naturalistas de Émile Zola. O varios años después, la chanza de las películas de Alfredo Landa. O la hipnosis ante el discurso fatuo de la serie «Emmanuelle». Los libros virtuosos de Sade, Henry Miller o Georges Bataille. Las once mil vergas de Apollinaire. Así hasta llegar, más o menos, hasta el andamiaje rápido (y sin palabras) del sexo en Internet, esos dos minutos eternos de fruición y descarga.
 Ahora llegan, convertidas en un gran éxito económico, las cincuentas sombras o así del señor Grey y su harapiento discurso a base de retales de disciplina inglesa de andar, tan sólo, por suntuosas habitaciones rojas, su refinado arsenal de dominación: el arcaico fetichismo del poder y el dinero. Del dinero, sobre todo. Pero no seré yo quien critique la versión o perversión de estos juegos íntimos de amor o sexo (o de lo que sean) expuestos en la ambigua almoneda del placer y el dolor, ese escaparate público donde cada puja que no ganamos puede convertirse en una ocasión perdida para siempre. Hay que andarse con ojo.

 

Etiquetas: