Parece que la Obra Cultural Balear se cree con derecho a
algo más que voz y voto en el pozo mayúsculo y sin fondo de la política isleña.
Les gusta enfocar la realidad con sus maltrechos prismáticos y exhibirnos sus
alucinaciones como si sólo existiera el lodazal en el que viven, esa tullida
caricatura de bochornosos intereses, ese empacho ideológico de países, más que
imaginados, imaginarios, esa sonrisa cínica que cabalga gracias a la lluvia de comisiones
y aranceles, sin olvidarnos de la inercia ancestral de quienes renegaron de sus
singularidades históricas y culturales en aras del sol que más calienta. O así.
No es de extrañar, pues, que la OCB demande a los partidos
políticos que se posicionen, con vistas a las elecciones, sobre su abrasivo decálogo
de compromisos lingüísticos. Hay que filtrar la voluntad política al hilo
purificador de la sumisión a las sagradas tablas de la Ley de Normalización. Es
decir, la institucionalización del catalán en todos los órdenes sociales.
Así las cosas, es revelador que haya sido el PSIB de Francina Armengol el primer partido en firmar
las tesis de la OCB. De Armengol ya se sabe lo que hay y, sobre todo, lo que no
hay. Muy pronto, no obstante, otros vendrán a sumarse a la pira del fallido
trilingüismo de Bauzá frente al
monolingüismo identitario. Seguro que Més, PI, las marcas blancas de Podemos y
hasta algunas facciones descarriadas del PP firmarán (o firmarían) muy a gusto.
Sólo hay que atender, pues, y con no poca atención, a los que no firmen bajo
ningún concepto. Ánimo.
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