El acuerdo es que no hay acuerdo, pero como si lo hubiera.
Podemos, Més y PSIB están a un paso de repartirse los cargos entre ellos o, en
su defecto, de reintegrárselos al Partido Popular. Esto último, por supuesto,
no sucederá bajo ningún concepto, porque se vertebre el no pacto que se vertebre,
el primer y casi que único mandamiento común es descabalgar de las
instituciones a las huestes, entre zombis y somnolientas, confusas y hasta
insomnes, de Bauzá. Reconozcámoslo.
Puede que la idea no sea muy brillante, en efecto, pero tampoco es ningún
disparate. Bauzá y los suyos se lo tienen más que merecido.
Es de esta manera, tan enrevesada y hasta literaria, que los
catálogos y presupuestos ideológicos de nuestra mayoría nacionalista y de
izquierdas (más allá del evidente absurdo de ese cóctel explosivo en el que ya
ni reparamos, tal y como andan de desdibujadas las relaciones entre la realidad
y el lenguaje) se calman y culminan, colman su propio balance y también su
saldo. El poder es un ansiolítico milagroso que sólo precisa de la ilegible
receta de las urnas.
No sé muy bien, sin embargo, si ese mismo poder ansiolítico
e ilegible podrá calmarnos también a nosotros. Nuestros balances no son los de
la entregada y voluntariosa uniformidad nacionalista. Nuestros presupuestos son
otros y si siempre estuvimos bajo mínimos, ahora mucho más. Será digno de ver,
vernos a rastras por el subterráneo marginal de la existencia en busca de la
verdad que no existe, salvo si crees en ella y no quieres ser apóstol de nada o
nadie.
Etiquetas: Artículos
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