No hay nada como buscarse un decorador nacionalista (o un simple
edil nacionalista, como Miquel Perelló,
metido a decorador, para ser más exactos) y apechugar, después, con lo que acaezca.
El magnífico salón de plenos de Cort, que conozco bien, porque ahí celebré mis
segundas nupcias no hace aún un año, ha sufrido una intoxicación ideológica de
alto calibre y ha empezado, definitivamente, a perder peso. Se le han evaporado
un llamativo dosel decimonónico, un recargado crucifijo de lo más aparente y
hasta el apolíneo e institucional busto de Felipe VI. Ahí es nada.
Hay que ver cómo anda de destructivo o de higiénico, según
se mire y valore, el ánimo de Cort. No les basta con demoler monolitos, contra
el viento y la marea de la presión ciudadana y popular. No les basta con
limpiar de terrazas el Borne y convertir Palma en un polvoriento erial donde no
haya forma de tomarse, siquiera, un mínimo respiro. No les basta con no hacer
nada realmente necesario o, al menos, útil. Les urge empreñar por sistema y
dispararle, por supuesto, a todo lo que se mueva.
La penúltima es el apoyo de Cort a unas trasnochadas,
sectarias y hasta impresentables jornadas llamadas «Mallorca davant el
centralisme». Las conferencias las organizan, con el fin de promocionar la
independencia, colectivos afines al PSM y a ERC, con los incombustibles Sebastiá Serra y Mateu Morro a la cabeza. Me encanta saber que los viejos rockeros,
casi zombis a estas alturas de la fiesta, siguen gozando de buena salud y,
sobre todo, de mejor trabajo.
Etiquetas: Artículos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home